¡Aqui estamos - agradecemos el acompañarnos; en esta ocasión Lector/a..., traemos una versión extendida concerniente a; El Hotel Embrujado y olvidado en la Ciudad de México; La Posada del Sol!
Esperemos sea de su agrado; prepare su bebida favorita y pongasé comodo; esta por hospedarse en una de las habitaciones que el - Saurio ha reservado para usted... Bienvenidos/as...
Nota: Agradecemos a la Revista Vice México - Para la realización de esta publicación; asi como sus imagenes; si encuentra lenguaje inapropiado; una disculpa; hemos dejado tal cual la narrativa proporcionada por la Edición RVM.
Agradecimientos Especiales; Andrés Cota Hiriart; Fotos por Francisco Gómez.
Dedicado muy en especial a mi amigo y muy seguro servidor / seguidor; Daniel´s: http://danystraits.blogspot.mx/ ;como el mismo lo expresa; ¡Daté una vuelta por el Botanero; no seas Pinchi/e!
***
La entrada al túnel es más amplia de lo que me había imaginado. El
pasillo oscuro y húmedo desciende unos cuatro metros y se extiende a
todo lo largo del edificio con numerosas puertas que conducen a
habitaciones lúgubres.
Los haces de nuestras linternas lamen la roca
revelando a su paso inscripciones, trozos oxidados de herrería, piedras
talladas amontonadas en los rincones y bultos amorfos.
A pesar de que
afuera el sol del medio día brilla con intensidad aquí abajo hace frío.
Conforme nos abrimos paso a través de la negrura pienso que si yo fuera
un poquito menos escéptico probablemente me estaría cagando de miedo,
luego cotejo la posibilidad de que en estos túneles se hayan torturado
estudiantes en la época del Negro Durazo y siento un ligero escalofrío.
Unos pasos más tarde alcanzamos nuestra meta: el altar de la niña.
La primera ocasión en que escuché hablar de "La posada del sol" no
presté demasiada atención. Me encontraba en una cantina del centro del
D.F. y el comensal de la mesa de junto —un señor gordo con aspecto un
tanto decadente y cerveza escurriendo a chorros sobre la barba— mareaba a
sus compañeros de juerga con una perorata sobre un hotel abandonado en
la Colonia Doctores.
"Es un lugar avasallador", clamaba el hombre
levantando su tarro, "tan maravilloso como maldito; glorioso y colosal,
pero igualmente siniestro".
Después de una pausa enfática, o debida al
alcohol que corría por sus venas, aseguró que sin duda alguna se trataba
de la ruina moderna más notable de la ciudad y posiblemente de la
nación. Ante la mirada taciturna y desconfiada de sus secuaces de
intoxicación nocturna, el orador se puso en píe y los retó a que si no
eran una bola de maricones lo siguieran y lo comprobaran con sus propios
ojos.
Tras intercambiar algunas exclamaciones impertinentes, eructos e
hipos el pequeño contingente salió dando tumbos a la calle y se enfiló
eufórico hacia su improbable misión. Por un momento consideré
perseguirlos, sin embrago, supuse que en su estado no llegarían ni a la
esquina; así que mejor me concentré en mi trago y olvidé completamente
el asunto.
Meses más tarde el nombre volvió a cruzarse en mi camino. Estaba en
casa de unos amigos terminando de cenar cuando la discusión de la
sobremesa tornó a si los fantasmas existían o no. Dado que siempre me he
considerado un defensor —podría decirse que casi radical— del
pensamiento racional, no tenía mucho que aportar al debate más que mi
rotunda negativa. Y como suele suceder en tales instancias, mis
interlocutores pasaron de las anécdotas a las pruebas; o bueno, las
pruebas según ellos.
—¿No mames que nunca has visto los videos de Los lugares más embrujados de México?—me preguntaron.
—Pues la neta, no —contesté, no sin cierta güeva.
—Entonces no sabes nada...
—Güey, ponle el de la Posada, pa que se de un tueste —opinó alguien.
Y así fue como observé las imágenes de ese emblemático paraje de la avenida Niños Héroes por primera vez.
De los supuestos fantasmas no me convencí en lo absoluto, pero una
cosa me quedaba totalmente clara: el sitio merecía una expedición
inminente.
Al cabo de unos días de inmersión en el tema descubrí
que la información publicada en internet resultaba confusa y que se
prestaba a una cantidad considerable de mitos.
En algunos reportajes se
aseveraba, por ejemplo, que debido a las dificultades enfrentadas
durante la construcción, Fernando Saldaña Galván, el dueño y arquitecto,
se había suicidado en el recinto colgándose de un palo en el jardín.
Otros textos, en cambio, mencionaban que en realidad el señor había
muerto de viejo, al parecer debido a una neumonía, en su casa de las
Lomas.
Ni siquiera la nacionalidad del mencionado quedaba clara; las
versiones alternaban entre que era de origen español o mexicano.
Había
autores que se inclinaban por dotar a la construcción de un aura
masónica, leyendo en sus relieves simbología escondida, y los que de
plano decretaban que todo era una fachada para realizar ritos satánicos.
Todo esto entre múltiples historias sobre fantasmas, sacrificios
humanos y niñas desaparecidas.
En fin, todo parecía indicar que la única manera de averiguar algo
con sustancia sobre ese cuadrante enigmático de la Ciudad de México
sería visitándolo en persona y la suerte quiso que, no mucho tiempo
después, se me presentara la oportunidad de recorrer sus largos pasillos
no una, sino varias veces.
Desde la calle el edificio no parecía
ser mucho más que una carcasa deteriorada dejada a su suerte como
tantas otras que abundan en la capital: vidrios rotos, graffiti, pasto
creciendo en los balcones, meadas sobre la pared y uno que otro
teporocho resguardándose del sol bajo su sombra.
Lo primero que me llamó
la atención fue el ajetreo que rodeaba al domicilio, cientos de
personas en su quehacer urbano cotidiano bordeando el perímetro sin
prestarle la más mínima atención.
Tortas, tacos, tostadas, mariscos,
puestos de ropa, relojes, revistas y hasta un changarro de sushi
callejero justo en la entrada.
Esto, más el factor de que la manzana
está franqueada por una estación de metro, juzgados, centros de justicia
y múltiples otros edificios gubernamentales, le quitaban al cuadro el
aire semi-mitológico que se había formado en mi mente.
Pero no nos equivoquemos, al traspasar la puerta el bullicio citadino se
borra de golpe y el santuario se revela en toda su magnitud.
Unos pasos
hacia el interior y el velo de irrealidad retorna a ser imperante, el
portal se cierra con un chirrido metálico y quedas pasmado ante una de
las manifestaciones arquitectónicas más magistrales y a la vez
desquiciadas que jamás se hayan proyectado.
La vastedad y complejidad
del monolito impiden en un principio cualquier otra acción que recorrer
las superficies con la mirada.
En tu cabeza se suceden posibles
referentes a partir de los cuales comprender el sobrecogedor panorama
que te rodea. Estupefacto piensas que definitivamente tiene algo que
remite a las Pozas de Xilitla de Edward James pero con un poco del
"Museo Anahuacalli" de Diego Rivera entremezclado con el hotel del
Resplandor de Kubrick y toques de Gaudí. O quizás no, posiblemente se
trate de una obra tan peculiar que no tiene mucho sentido pretender
categorizar en comparaciones.
Este sueño febril, convertido en arquitectura ambiciosa durante la
década de los cuarentas del siglo pasado, emanó de la imaginación de
Fernando Saldaña Galván, ingeniero, pasante de arquitecto y regente de
la ciudad que durante años se abocó a plasmar sus fantasías sobre el
concreto y transformarlas en realidad.
Su idea: construir un hotel y
centro artístico e intelectual como ninguno antes visto. Una maquinación
más propia de las Vegas —aunque con buen gusto y mucha cultura— que del
México postrevolucionario, con cerca de seiscientas habitaciones y
residencias repartidas a lo largo de seis edificios dispuestos en torno a
jardines, patios, fuentes, terrazas y miradores elevados con casino,
teatro, cine, cantina, capilla, cenote de los deseos, baño turco,
tiendas, restaurantes, galerías, salones de té, baile y música.
Aclaremos que en aquel momento de nuestra historia este tipo de
proyectos no eran comunes en la nación; aunque a decir verdad, este
proyecto en particular tampoco es común en ninguna otra latitud del
mundo.
El conjunto arquitectónico está conformado por fragmentos germinales
provenientes de diversas geografías, matices claramente arabescos se
reproducen con apuntes hindúes; columnas romanas se suceden con magueyes
de piedra; el estilo ibérico cruzado con el mesoamericano para dar
lugar a un híbrido imponente: una quimera, si bien no totalmente
agraciada en cada uno de sus atributos, funcional como organismo
estético.
Los materiales reinantes son la roca volcánica, el tezontle,
el mármol y la Talavera y el nivel de detalle es casi angustiante, no
existe centímetro al que no se le haya prestado atención, cada escalón,
cada ventana, cada cornisa y azotea cuenta con su propio aporte.
Las
herrerías y barandales dibujan figuras de influencia surrealista,
escaleras Esherianas se disparan en cada uno de los recodos de los
pasillos, la chimenea del salón principal es tan grande que se puede
caminar dentro, las habitaciones tienen ventanas de mármol traslucido
por las que se filtran destellos dorados, gárgolas y cañones de piedra
rematan las alturas y cabezas Olmecas, faunos, toros, monjes, lobos y
mujeres dando a luz se reparten por los jardines representados en
basalto.
El lugar también registra una tendencia marcada a enaltecer la
revolución, en especial por medio de estelas de piedra labradas con
inscripciones y murales en los que la figura de José María Morelos y
Pavón es el personaje central. Y podría continuar extendiendo la lista
de pormenores interesantes, pero la verdad es que todo intento por
retratar en papel este collage ideológico, tan elegante como kitsch,
será fallido.
Tan solo dejemos claro que desafía toda corriente
estilística y que el sitio seguramente resultará desconcertante, o
incluso incómodo, para el docto en materia de construcción. En alguna de
mis visitas escuché a un arquitecto declarar con voz solemne: "es una
obra sin sentido, casi esquizofrénica, pero no carente de cierta
genialidad".
Una de las leyendas cuenta que durante los años setentas, momento en
que el domicilio albergaba las oficinas del Instituto Nacional para el
Desarrollo de la Comunidad y la Vivienda Rural (IDECO), una niña se
perdió de la guardería donde cuidaban a los hijos de los trabajadores y
que, tras varias horas de búsqueda frenética, habían hallado su cadáver
dentro de un sótano oculto en uno de los túneles.
Desde entonces el
fantasma de la niña sorprende a los incautos y los insta a mantener vivo
su recuerdo cuidando del altar que se erigió en el sitio donde murió
(al parecer hoy en día algunos miembros del rodaje de una película
filmada recientemente en la Posada, son los que mantienen activo el
altar después de que supuestamente la niña se les apareciera en un
pasillo).
A pesar de toda su grandilocuencia, el sueño de Saldaña
tan solo se materializó por un periodo breve. Menos de un año le duró
el gusto al creador de ver con vida a su Frankenstein de piedra. Ocho
meses fue el tiempo que la Posada abrió sus puertas al público y eso que
aún se encontraba en proceso de ser concretada.
Sucede que en su
nacimiento el proyecto era un poco menos ambicioso o, al menos, un tanto
más pequeño; sin embargo, sobre la marcha comenzó a mutar y crecer
trepidantemente, nuevas alas eran concebidas, más edificios agregados al
plan original, terrenos comprados, fuerza laboral incrementada,
materiales preciosos consumidos a granel y el flujo de capital
escurriéndose cada vez más estrepitosamente (y lo cierto es que no se
escatimaron recursos en ningún rubro, si incluso las ruinas actuales son
opulentas solo hay que imaginar como habrán sido los acabados y los
objetos que rellenaban los espacios).
Pero la cuesta de gastos no frenó
los bríos ni el ímpetu de Saldaña que, en fase francamente
megalomaniática, ya arrastraba una deuda bastante considerable.
Existen dos versiones de porque la vida activa de la Posada fue tan
corta. Ambas tienen que ver con el factor de que Saldaña (mexicano de
nacimiento, de padre español y madre mexicana) ocupó el puesto de
regente de la ciudad por algún tiempo hacia el final de la etapa de
construcción.
La primera versión afirma que el problema devino ya que,
asfixiado en deudas, el hombre desvió fondos del erario público para
concretar su Opus magnum y pues el yugo de hacienda no se hizo esperar y
el estado reclamó lo que, al menos en inversión de recursos, era suyo y
requisó el inmueble.
La segunda versión se inclina más por una lucha
política y propone que, una vez que el gobierno cambió de
administración, un grupo de poder contrario a la fracción de Saldaña
ocupó el puesto y, como suele suceder con frecuencia en nuestra nación,
hicieron todos los esfuerzos posibles por pisotear a sus predecesores.
El umbral de la habitación es pequeño, obliga a bajar un poco la cabeza y
entrar agazapado. Sobre la pared del cuarto hay dibujos bizarros,
personajes infantiles como Snoopy o una catarina antropomorfa con
inscripciones carentes de ortografía cuyos mensajes son difíciles de
descifrar.
Al fondo está el altar: un vestido de niña antiguo que cuelga
sobre una mesa repleta de dulces y juguetes con algunas fotografías
desgastadas, flores y veladoras.
La sensación general es un tanto
opresiva, más cuando recuerdas que te encuentras dentro de un túnel
perdido bajo el subsuelo de una morada demente en la colonia Doctores.
Honestamente no es el tipo de entornos en los que te gustaría que
fallaran las pilas de tu linterna.
Quizás habría que incluir que existe una tercera hipótesis sobre el
cierre de la Posada.
Esta lidia más con una cuestión de culto que con un
trasfondo económico, particularmente con los masones que, según algunas
fuentes, fueron la razón primordial atrás de la construcción de la
Posada y posiblemente también el motivo por el cual fue clausurada (ya
sea por presiones de otras congregaciones religiosas o por diferencias
dentro de la logia).
Los que defienden esta idea interpretan los
detalles estilísticos incorporados en la construcción como símbolos con
significados profundos (repeticiones del número 33, pentagramas,
vírgenes embarazadas y demás elementos de un alfabeto críptico que hace
alusión al esoterismo).
Eso dicho, esta tesis también podría operar en
la dirección inversa; ya que, si en efecto Saldaña era masón —lo cual no
sería del todo descabellado pues la masonería en México siempre ha
estado ligada a la política—, bien podría haber sucedido que, ante las
dificultades que enfrentó y la manera en que obró para superarlas, el
grupo le diera la espalda. Lo cual explicaría algunos de los mensajes
labrados con cincel sobre la piedra y posiblemente haya desembocado en
que el hombre desarrollará su propia versión del culto.
No voy a mentir,
la capilla de la Posada del Sol (de la cual hablaré más adelante) es
inquietante en extremo, posiblemente sugiera sectas secretas de
encapuchados realizando ceremonias paganas, pero no sé si al grado de
justificar algunos de los alegatos más exagerados que se han formulado
al respecto atribuyéndole tratarse de un escenario para rituales de
sacrificio humano.
De cualquier manera, por razones obvias, y el factor
de que los acontecimientos ocurrieron hace 75 años, las sugerencias
ocultistas son tremendamente complicadas de investigar.
El caso es que por una u otra, ocho meses después de la inauguración la
Posada cerró y nunca más abrió sus puertas para desempeñar la función
con la que fue planeada.
Por supuesto que a lo largo de los años se le
ha dado distintos usos al predio.
El número 139 de la avenida Niños
Héroes ha sido sede del Instituto Nacional para el Desarrollo de la
Comunidad y la Vivienda Rural (IDECO), el Instituto Nacional Indigenista
Interamericano (INII), la Procuraduría General de Justicia del D.F.
(PGJDF) y el Sistema Nacional Para el Desarrollo de la Familia (DIF).
Este último es el que, junto con la dirección general de Patrimonio,
actualmente administran el inmueble; hoy en día su uso principal es el
de locación para producciones cinematográficas, así como bodega para
muebles incautados.
Contemplamos el altar en silencio por un rato hasta que surge una
pequeña discusión sobre su autenticidad: ¿Quién lo habrá erigido y
cuándo? ¿Habrá muerto realmente una niña aquí? Nos preguntamos conforme
continuamos con la exploración subterránea.
Al salir al túnel principal
nos percatamos que la puerta de la habitación conjunta está bloqueada.
La forzamos un poco pero sin éxito. Bordeamos el perímetro para
comprobar que se trata de un espacio bastante grande, la decisión en ese
momento es clara: tenemos que ver que hay dentro.
Después de investigar
los alrededores durante unos minutos, alguien grita: "güeyes por acá,
por acá hay un hueco". Nos desplazamos entre las sombras hasta alcanzar
el sitio de donde provienen las exclamaciones y constatamos que, en
efecto, hay un hoyo sobre la pared; una especie de ventana con barrotes
oxidados por la que, con algunos esfuerzos, será posible penetrar en la
habitación.
Tomamos turnos para escurrirnos hasta que todos conseguimos
colarnos. Lo primero que salta a mi conciencia es que la puerta está
bloqueada desde el interior por un gran montículo de rocas apiladas con
esmero; lo que implica que se trató de una acción deliberada. Otro grito
me hace sobresaltarme: "No mamen, aquí hay otro altar"... Camino en esa
dirección y me encuentro con que hay una serie de paredes dobles
reveladas por huecos entre ellas y en medio de estas un pequeño altar
compuesto por cabezas de muñeca. Pero no tengo mucho tiempo de
reflexionar sobre los muros que esconden otros muros porque, desde el
extremo opuesto del cuarto, se escucha otro grito: "Esto sí está
cabrón"...
Es entonces que descubrimos que al fondo de un pasillo estrecho, justo
por detrás de la pared que nos separa del altar de la niña, hay un
pequeño nicho que asemeja una tumba.
Se trata de un pequeño sarcófago de
roca que se levanta unos treinta centímetros sobre el suelo, en la tapa
tiene una cruz dibujada con polvo blanco y otra cruz elaborada con
troncos viejos, con la inscripción IMRI, remata el basamento.
Aproximadamente a un metro de distancia hay una estructura de tabiques
que parece servir para realizar hogueras y una serie de objetos que
probablemente fueron utilizados en rituales. Confieso que hora sí me
siento un tanto agitado, la escena del entierro le da cierta relevancia a
la historia de la niña, parece corroborar que la defunción fue real o
que, si es que se trata de un montaje, alguien le echó muchas ganas y
dedicó tremendo esfuerzo.
De vuelta en el patio nos encaminamos a la capilla, quizás el único
sitio de la Posada que es tan solo un poco más inquietante que los
túneles y el único que parece no estar abandonado.
El templo de dos
pisos de alto es redondo, cuenta con una bóveda decorada por frescos con
numerosas ventanas ovaladas de mármol traslucido y un balcón circular
tallado en maderas preciosas que bordea toda la pared del segundo nivel.
Los materiales empleados son de una finura que causa azoro, las puertas
y confesionario ejemplos del mejor trabajo barroco de su época. Sobre
el piso de la basílica se dibuja un gran pentagrama: una estrella de
cinco picos que se extiende sobre toda la superficie, elaborada con el
mismo tipo de mármol que las ventanas.
El altar también está constituido
por este tipo de piedra, conformado por una enorme laja de una sola
pieza de la que se recorta una cruz.
Por debajo de la estrella y por
detrás del altar hay un sistema de tuberías que sugieren que en sus
buenos tiempos el piso podría haber sido iluminado desde abajo y salido
flamas a través de la cruz (también es posible, si es que se realizaban
ceremonias que involucraran sangre, que los tubos llevaran agua para
lavar el piso del recinto).
Doce estatuas de búhos con piedras preciosas
en lugar de ojos vigilan desde las alturas, el espacio está coronado
por los símbolos del horóscopo esculpidos en piedra y en el segundo
nivel hay una puerta, ahora tapiada, que conduce directo a los aposentos
principales del hotel, que se piensa eran los que habitaba el señor
Saldaña.
Imposible no preguntarse que tipo de rituales se realizaban
entre estos muros.
¿Habrán sido ceremonias puramente masónicas o una
versión propia del culto? ¿En cualquier caso, qué tanto empujaban los
límites? A juzgar por las características del lugar estas personas
contaban con el poder de realizar sus más osadas fantasías.
Una posible respuesta podría residir en los propios muros del segundo
nivel de la capilla, pues los frescos de volcanes y paisajes que se
pueden ver ahora fueron firmados en 1949, es decir un poco después de
los años de oro de la Posada.
¿Qué estarán cubriendo? Digo, porque con
el nivel de decoración y detalle que impera en toda la construcción
sería sumamente improbable que un elemento de tanta relevancia, como lo
es la cúspide del centro de culto, hubiera sido omitido.
Una fuente que pidió a este medio no ser revelada, afirma que existen
reportes de cráneos y otros restos óseos —podría ser que de 40 personas
distintas— encontrados dentro de los túneles o emparedados entre dobles
muros.
Hay quienes opinan que dichas exequias confirman la hipótesis de
que en la Posada se practicaban rituales de sacrificio humano, por otro
lado, también podrían ser evidencia de eventos un tanto más perversos:
ejecuciones acontecidas durante la época de la represión estudiantil de
los años setentas.
Claro que no consta en actas, pero es sumamente
probable que la gente del Negro Durazo utilizara estos túneles, de la
misma manera que sucedió con otras instalaciones similares, para
encerrar y torturar a algunos de los muchos jóvenes que desaparecieron
durante aquel capitulo cruento de nuestra historia.
La cercanía con
instalaciones judiciales, su ubicación céntrica en la geografía de la
ciudad y el factor de que, una vez dentro, no hay manera de ser
rastreado o detectado desde el exterior, convierten al sitio en prisión
ideal para tales menesteres.
Un estudio científico-forense de las
osamentas en cuestión sería la única forma de esclarecer su origen,
revelaría de que época datan y así las distintas teorías podrían
encontrar sustento o ser cabalmente rechazadas.
Sin embargo, el misterio
consiste ahora en localizarlas, pues desde que el INA recolectó las
pruebas para su supuesto análisis quedaron fuera del alcance de la
información pública.
El futuro de la Posada es incierto.
El abandono comienza a cobrar su
cuota, uno de los edificios tuvo que ser apuntalado en su totalidad para
que no se viniera abajo y en la época de lluvias los muros se
transforman en cascadas.
Actualmente hay un proyecto, auspiciado por el
gobierno de Mancera, para convertir el recinto en el quinto Faro de
artes y oficios de la ciudad.
La secretaria de cultura del D.F., Lucía
García Noriega, así lo anunció con bombo y platillo durante el 2013, sin
embargo, desde entonces no parece haber avances sustanciales o
seguimiento del asunto.
Los rumores también dicen que se coteja la
posibilidad de derrumbar el sitio para construir más juzgados u otras
dependencias del departamento de justicia, lo cual definitivamente
constituiría una estupidez tremenda pero no sería del todo sorprendente
con relación a lo que acontece en la capital en tiempos recientes.
Esperemos que las autoridades recapaciten y tengan la inteligencia de
valorar esta joya arquitectónica como se merece, se necesitaría de una
inversión considerable de recursos para rescatarla pero con toda
certidumbre valdría la pena.
***
Desde la Redación / Editorial del Saurio nos despedimos; con este Vídeo inquietante; que corresponde a la filmación de la película; El Ente...
Suceso paranormal en grabaciòn dentro la Posada del Sol-Mex. DF
10 Octubre del 2015 4:35 pm Se graba la escena donde Diana canta en el
espejo y la voz de una niña o mujer joven imita su canto. (Recordar que
no dejan entrar a cualquier persona y solo se puede en grupos
reducidos / Los integrantes del grupo son: Manu, Julius, Alex, Yaret,
Cynthia, Jenny , Aldo, Jorge Cervera, Andy y los dos policias.
Aclarar que estabamos grabando las tomas para la pelicula, cuando
empezaron a cantar con la actriz, decir que el Lugar es la Posada Del
Sol , un lugar magico y como ven encantado, busquen mas informacion o
pregunten con gusto les cuento. Pero aqui es un Fenomeno paranormal
Increible escuchado por mas de 8 personas a la vez, y el que no lo crea
igual con gusto les envio la grabacion original para que vean que no hay
ningun tipo de engaño. / Producción.
3 comentarios:
Ha que buena historia, relatada con palabras muy vívidas, me considero asiduo seguidor de estos temas raros y que rondan en lo paranormal e inexplicable, describe con detalle la estructura física del inmueble, explica la sensación de encierro e incertidumbre, gracias! un saludo a la comunidad Saurista, nos leemos pronto!
¡Gracias por sus atentos comentarios;
Saludos mi buen Daniels!
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